Rosalía
MOTOMAMI

Un Grammy en 2020 y ocho premios Grammy Latinos entre 2018 y 2020 por su disco El Mal Querer, publicado cuando solo tenía 25 años. Millones de escuchas online. Desde su segundo disco, publicado en 2018, Rosalía se ha convertido en la reina mundial del pop con sabor latino. Tras dar el gran salto entre el flamenco y el hip-hop, con la producción muy contemporánea de El Guincho, la artista catalana regresó oficialmente hace un par de semanas con MOTOMAMI, que representa su salto más obvio al mainstream: posó desnuda en la portada, hizo alquimia sonora y nos dio una nueva versión de sí misma a lo largo de 16 nuevos temas imprevisibles.
En este tercer disco de su carrera, en el que sigue cantando casi íntegramente en español, el reggaetón se codea con el flamenco, que se codea con el trap, que se codea con las influencias japonesas, y una versión de un clásico cubano sigue a una pieza muy, muy explícita. Los vuelos líricos melódicos no impiden el uso del autotune en otras partes, las letras hipercontemporáneas se colocan sobre una melodía flamenca tradicional, con chasquidos de dedos y toda la imaginería que conlleva. Sin embargo, el fantasma de El Mal Querer aflamencado queda atrás: en esta producción, la española busca aventurarse mejor por caminos puramente híbridos, donde la música electrónica se infiltra en el reggaetón, la bachata y una balada en la piel. La rapera dominicana Tokischa, ya invitada anteriormente en el single Linda, es una de los raras invitadas a la fiesta creativa de la española.
Este nuevo álbum vuelve a ser experimental, entre el minimalismo avant-garde y las percusiones ametralladoras. Podemos decir que tuvo éxito en la difícil tarea de producir un álbum que fuera a la vez vanguardista y mainstream. Para sacudirse los grilletes anglófonos, se apoyó, por supuesto, en el éxito masivo del reggaetón y de la música latina en toda América, de costa a costa y de norte a sur. De este vasto continente musical, Rosalía sabe sacar jugo del repertorio tradicional (BULERÍAS), de la música dance (CHICKEN TERIYAKI) o de las grandes divas del cante (DELIRIO DE GRANDEZA), para cruzarlo con el rap o incluso el hyperop (MOTOMAMI). Las canciones se atreven a romper el ritmo con encuentros entre percusiones furiosas, autotune y pop suave, entre el flamenco andaluz, el rap más gringo y las vibras caribeñas.
HENTAI, por ejemplo, suena como una balada retro atravesada por ritmos marciales, pero no hace mucho con SAOKO, que abre el disco con sus sonidos glitchy, mientras que CUUUUuuuuuute cae en una especie de techno-industrial que no es muy agradable al oído, y esperábamos un poco más de alcance y flexibilidad en LA FAMA, su dúo de bachata dominicana con The Weeknd que es un éxito. De hecho, el disco está construido como una montaña rusa con sus vertiginosas subidas y bajadas, que al final son las más agradables. CANDY, en la que dibuja con suavidad y ferocidad una historia, es una pequeña obra orfebrería en su trabajo melódico, mientras que sus cualidades como intérprete quedan claras en SAKURA, el tema de cierre. Sin embargo, en demasiados puntos de la producción con capas de sonidos y distorsiones a veces cuesta incluso entender las letras con los mejores audífonos.
Si bien Rosalía construye un pasticho sonoro algo futurista a veces se siente que ya hemos escuchado mejores versiones de glitch pop reggaetonero (con Arca, por ejemplo). Más allá de hacer cada vez más porosa la frontera entre el underground y el mainstream, Rosalía nos sirve un plato calientito de las tendencias de hoy en día: un pop que se construye en torno a cantantes capaces de tener fuerte identidad y una gran curiosidad musical. MOTOMAMI se siente como una dualidad: moto para el poder, mami para la vulnerabilidad, pero su objetivo real es convertir a Rosalía en la estrella mundial que quiere ser. A turnos fascinante pero divisivo, el proyecto probablemente no gustará a todos… pero tal vez ese era el objetivo.
Escucha MOTOMAMI en su totalidad a continuación:
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