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Album Reviews

Gorillaz

Cracker Island

Portada del álbum "Cracer Island" de Gorillaz.
7.2
Words Mirangie Alayon

¿Quién pensaría que la idea de una banda virtual de cuatro miembros podría durar 23 años y ocho álbumes? Lo que Damon Albarn y el dibujante Jamie Hewlett concibieron a principios del milenio parece haber envejecido muy bien, con una una imagen sonora adecuada que no puede asignarse claramente a ningún género, invitados destacados de diversos calibres, y un mundo temático cohesionado y coherente que también se refleja en los vídeos musicales que lo acompañan. Así, después de muchos singles develados, la semana pasada llegó finalmente la octava producción discográfica de este experimento sonoro llamado Gorillaz, con una inspiración muy específica. Según los materiales de prensa, el álbum corresponde a un periodo en el que la banda virtual más famosa del mundo se trasladó a Silverlake, California. Inspirados por la secta asentada en una casa contigua al cuartel general de Gorillaz, Murdoc decidió fundar su propio culto, del que obviamente es el principal líder. Para seguir con el tema, todos los invitados del nuevo álbum tienen una conexión con Los Ángeles, más o menos.

Si le creemos a Damon Albarn, fue por accidente que Cracker Island se convirtió en el álbum más West Coast de Gorillaz. Mientras viajaba a Los Ángeles para un proyecto de Netflix, que no llegó a realizarse, dedicó su tiempo a conocer y apreciar la ciudad que hasta entonces solo había visitado de gira. Descubrió lugares que sólo conocía de nombre y vio el desierto de cerca. “Fue como ser empujado por la vela de un barco y vi las cosas desde otro ángulo. Pensé que lo mejor de Los Ángeles era la increíble cantidad de gente creativa”, explicó. Entre ellos estaba el productor Greg Kurstin, con quien Albarn concibió todo el asunto. En el estudio de Kurstin, quedó impresionado por la colección de sintetizadores. Y parece que el trabajo se hizo con una rapidez inusitada, en menos de dos semanas, entre las palmeras californianas. Los que temían que Kurstin fuera un complemento demasiado pop para Damon pueden quedarse tranquilos, pues su pegajosa batería se yuxtapone a las melodías más afiladas que Albarn ha escrito para Gorillaz en mucho tiempo. Es música pop a partes iguales de hip-hop, dub, disco y punk, y todos los invitados están al servicio de un propósito superior, desde la estrella del pop puertorriqueña Bad Bunny hasta los esperadísimos Tame Impala.

Al igual que una de las piedras angulares del grupo, Plastic Beach, Cracker Island está ambientado en un oasis ficticio. El álbum se basa vagamente en la idea de que cada canción es una isla utópica; así, esta idea se convierte en su justo hilo conductor, dándonos 35 minutos de música en 10 canciones concisas. Por si un culto no fuera suficiente, la canción que da título al disco y abre el álbum cuenta con la colaboración de Thundercat, y arrastra al oyente a la vorágine de la isla, de modo que la repetida pregunta de Thundercat, What world is this?, parece más que justificada. Un mundo en el que influencers cansados (The Tired Influencer) se encuentran con princesas tailandesas que han crecido (Baby Queen). Este último tema es al mismo tiempo el más extraño y probablemente también el más flojo del larga duración: al parecer, no es 2D sino Damon Albarn quien canta sobre un encuentro con la entonces princesa de la corona tailandesa de 14 años, que asistió a un concierto de Blur y realizó allí un legendario stage dive. En una entrevista, el cantante citó un sueño reciente que tuvo sobre la princesa como inspiración para la canción. Oil toma el relevo con Stevie Nicks, un tema bastante clásico pero que consigue convencernos con su batería omnipresente; mientras la energía se recarga rápidamente en Silent Running, una auténtica joya donde sintetizadores y guitarras se unen a la perfección, en compañía de Adeleye Omotayo.

Luego llega el tornado New Gold, hecho para satisfacer, pues ¿Qué mejor proyecto que Gorillaz para proponer una colaboración entre Tame Impala y Bootie Brown? La química está ahí y la apuesta es acertada al igual que Tarántula, que es muy interesante musicalmente, sobre todo porque muestra ganas de tomar riesgos. Es entonces cuando el fenómeno Bad Bunny asoma la cara en el esperado track Tormenta, en donde 2D canta por primera vez en español, y deja claro que el líder de la banda virtual también domina este idioma. Las guitarras de Skinny Ape vienen entonces a recuperarnos, para proponernos quizás el tema más fresco de Gorillaz desde hace años. Complejo, diversificado, lleno de influencias, sujeto a variaciones de tempo… todo nos lleva al final del camino con Possession Island junto a Beck, quien nos deja con una letra hermosa: Should I ask you? (Should I ask you?) / For forgiveness? (Forgiveness?) / And open my heart? / If I say these words, will you listen / Or leave me here in the dark?. Puede que al final ese sea el núcleo de Gorillaz: a pesar de todos los temas, la melancolía y la complejidad de su música, sus canciones gustan a casi todo el mundo. Como figuras cómicas, no pueden avergonzarse con apariciones públicas infructuosas, se les permite evolucionar sin riesgo de ahuyentar a sus antiguos fans, porque eluden las regularidades de nuestro mundo de la música pop.

Así, tras una decena de tracks, Cracker Island se balancea entre varias islas de género como restos flotantes de un naufragio y crea el habitual sonido atemporal de Gorillaz. Las canciones del LP suenan como si pudieran haber salido de los viejos altavoces de un reproductor de 45, de esos muebles gigantes de los años 70, pero siguen convenciendo por su frescura constante. Con este álbum, Gorillaz está haciendo o que mejor saben hacer como Gorillaz: un potencial intacto que sigue ofreciendo grandes temas. Es cierto que no todas son inolvidables, pero muchas de ellas terminarán colándose en una que otra lista de reproducción durante semanas, meses, años, incluso si quien las hace no fue fan de este disco. Albarn parece estar en un buen punto, lo cual se agradece tras tanto tiempo. Aquí, la agrupación sigue logrando crear para llevarnos a un mundo de fantasía en el que seguimos creyendo por momentos, así que sí, nos uniremos por un rato al culto de Murdoc… al menos por un rato.

Escucha Cracker Island en su totalidad a continuación.

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