En 2020, en plena pandemia, Dua Lipa lanzó uno de los mejores álbumes pop de la década: Future Nostalgia, una producción que sacudió las placas tectónicas del planeta. En un periodo de aburrimiento, de tristeza y de inseguridad, consiguió traer alegría y sorpresa con este excelente álbum de pop con acentos discotequeros. Cada uno de los temas fue un éxito pese a que Lipa no pudo hacer la gira para celebrarlo sino dos años después. El álbum alegró al mundo entero y elevó a la cantante a la cima de las estrellas pop más populares del momento. El éxito de Future Nostalgia la catapultó al mainstream y convirtió a Lipa en una de esas estrellas pop que forman parte de la A-list, como Beyoncé, Swift o Gaga. Si hay algo que disfrutamos de Lipa es que nunca se ha andado por las ramas. Siempre ha sido directa en su aproximación a los juegos del amor, ya sea el ballet de la seducción o el baile de contacto en la cama. Es juguetona, directa y entretenida, aunque suele ser bastante privada y rodearse de un halo de misterio en su vida personal. Aún así, se ha convertido en una presencia inevitable en la cultura pop, especialmente en los últimos dos años, y no exageramos cuando decimos que ha estado atacando todos los frentes. En mayo de 2023, la cantante británico-albanesa iluminó con su presencia el Festival de Cannes, antes de aparecer el verano pasado como sirena en la superproducción Barbie, para la que compuso el éxito Dance the Night. La cantautora también colaboró con Versace en una colección de ropa colorida y sexy llamada La Vacanza, y convirtió su cuenta de Instagram en un auténtico desfile de moda. A principios de 2024, protagonizó la película Argylle, junto a Henry Cavill.

Pero la mujer que dirige un boletín de noticias, Service95, un podcast y un club de lectura, también sacó tiempo para terminar su nuevo álbum al mismo tiempo que sus múltiples aventuras: Radical Optimism, muy esperado por sus fans, pues cuatro años es media eternidad en este negocio. Poco a poco, fue develando pistas, fotos, singles, título y la portada, en donde la cantante aparece sumergida en el océano, con un tiburón a su lado. Ella misma explica el título del álbum: “Hace unos años, un amigo me presentó el término ‘optimismo radical’. Era un concepto que me atraía y me despertó curiosidad a medida que empecé a jugar con él y a integrarlo en mi vida. Me impactó: la idea de atravesar el caos con gracia y sentirse capaz de capear cualquier temporal”. Así que en este nuevo álbum, Dua pretende sobrevivir al tiburón con optimismo, y desde sus primeros segundos se percibe el deseo de ofrecer algo perfecto para el verano. Pero, ¿Qué hacer después de la embriagadora fiesta disco ochentera de su predecesor? ¿Repetir la receta del éxito? ¿Recorrer caminos completamente nuevos? ¿Cambiar de género? Dua sigue siendo fiel al pop, pero el nuevo trabajo se siente más como una producción sobria, depurada y segura. Ningún concepto claro, pocas sorpresas, estructuras predominantemente estandarizadas.

La superestrella del pop, de 28 años, estuvo trabajando en esta producción con Kevin Parker, de Tame Impala, en Malibú y Londres, así como con Danny L Harle, ex alumno del sello PC Music y estrecho colaborador de Caroline Polachek. Parker escribió la mayoría de los temas del álbum, sugiriendo que sería un disco inspirado en el indie, el synthpop y el electro-pop, y de hecho, la misma Dua también había anunciado que el álbum estaría impregnado del espíritu del britpop, el trip-hop y la música psicodélica. Por lo tanto, esperábamos que la cantante reelaborara el universo disco-pop retro-futurista defendido por Future Nostalgia para hacerlo aún más lírico, bajo la dirección de Parker. Pero tras la primera escucha, no podemos evitar sentirnos decepcionados, pues el álbum es más pop que radical. Y no hay nada del “homenaje psicodélico y pop a la cultura rave británica” prometido por la cantante en las columnas de la revista Rolling Stone. Pero también hay que madrugar para encontrar las referencias citadas por la cantante (mencionó a Primal Scream, Massive Attack, Oasis, Blur y hasta a Moby) en los temas de electropop bastante clásicos de Radical Optimism. En su lugar, hay toques de funk y flamenco, así como sonidos que recuerdan a los grupos de chicas ingleses de los años 2000, y un poco de Eurovisión. Por lo demás, Radical Optimism tiene dificultades para seducir, con algunas excepciones. Es cierto que el sonido de Dua Lipa es más orgánico que de costumbre y ofrece más baladas que en el pasado, pero el set de temas es demasiado dulce, soleado y formateado hasta el cansancio para resultar atractivo mucho tiempo después de escucharlo. La firma de Kevin Parker se escucha en algunos temas, pero está muy lejos de la fuerza lírica y los embriagadores bucles de sintetizador de Tame Impala. Es superficial, un poco básico y nada aventurero.

Este tercer álbum consta de 11 temas, con una duración total de 36 minutos y 35 segundos. Se abre con End Of An Era, un tema que muestra una verdadera investigación musical con una gran variedad de instrumentos, pero que no llega a enganchar. A continuación, el primer single Houdini toma el relevo, con sus sintetizadores que llevan meses en nuestras cabezas y su delicioso final. Para mantenernos alerta, le sigue el segundo single Training Season, con su bienvenida variedad de ritmos. These Walls baja el listón, confirmando la importancia de los instrumentos. Una hermosa canción con tintes melancólicos pero con un ritmo sostenido, lo que no es tan frecuente. Whatcha Doing no nos enamora, sin embargo, a pesar de unos graves sinceros. Sí nos sorprende el dúo de batería y guitarra folk al comienzo de French Exit, símbolo de la evolución musical de Dua Lipa. Pero, como su predecesora, lo echamos de menos, como si faltara algo. El tercer sencillo, Illusion, nos devuelve a la escucha y nos obliga a sacudir la cabeza. Decididamente, la elección de los singles nunca es un problema para la cantante. Un tema perfectamente logrado, un auténtico hit que probablemente seguiremos escuchando durante mucho tiempo. Mientras tanto, los vuelos líricos de Falling Forever abren la recta final, pero nunca llega a recuperar el impulso a pesar de la percusión omnipresente. Lo mismo ocurre con la brevísima Anything For Love. La balada Maria tampoco consigue impresionar, a diferencia de Happy For You, que salva el final de esta escucha como un caramelo de pop emocional: I’m not mad, I’m not hurt/You got everything you deserve, afirma Dua antes de que el álbum se desvanezca en The Beach.

No se puede negar que Dua Lipa salió un poquito de su zona de confort con este álbum. Asumió algunos riesgos, moviéndose hacia nuevos horizontes, y aún así nos ofrece algunos temas muy buenos que deberían ser un éxito sobre el escenario, pero por desgracia, demasiados tracks no consiguen mantener nuestra atención tras varias escuchas, y las promesas sonoras no están realmente ahí (¿Qué pasó con el britpop?). En cuanto a las letras, que tratan de rupturas, hedonismo y amor, no siempre tienen la fuerza y la inmediatez de los álbumes anteriores de Dua. Hay diversión, azúcar, placer. Pero esto es placer instantáneo, amor de vacaciones. Y dado el amor que desde hace tiempo sentimos por la artista, a la que se encomendó la misión de salvar el pop de la sensiblería y las fórmulas trilladas, esperábamos algo mucho mejor que caramelos, que por muy deliciosos que sean, no te nutren el cuerpo ni el alma. ¿Es Radical Optimism un mal disco? Por supuesto que no. Pero es un poco más de lo mismo, hecho con menos imaginación. Aunque la voz de Dua Lipa siga siendo tan fantástica como siempre, a su tercer álbum le habría venido bien más visión e innovación, pues se queda un peldaño o dos por debajo de nuestras expectativas. Aún así, vale la pena darle una escucha.

Escucha Radical Optimism en su totalidad a continuación

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