
Q&A con el fotógrafo Carl Van Der Linde: “Debido a mi propia juventud, energía y masculinidad, tiendo a buscar eso en mis fotos”
A veces, nos encontramos con imágenes tan hermosas, que nos hacen detenernos, olvidarnos del mundo y observar. Viajamos en el espacio y en el tiempo, nos imaginamos lo que sucedía antes del snap de la cámara. Eso fue lo que nos pasó cuando nos encontramos con la serie fotográfica A day is short in Africa, del sudafricano Carl Van Der Linde. Son fotografías, pero también portales a la ciudad de Zanzíbar, en Tanzania, de sus calles, y de su gente. Al verlas logramos sentir el calor y la humedad del lugar, el olor de las flores, el brillo del sol sobre las pieles negras de sus sujetos, y hasta el salitre del aire.
Así que no nos quedó más remedio que contactar directamente a Carl para que nos contara sobre sus aventuras. No tiene mucho tiempo como fotógrafo: descubrió su obsesión, su visión y si deseo de capturar a la gente hace un par de años durante un viaje a Europa que lo cambió para siempre. Más que enfocarse en paisajes o fotos cándidas y furtivas de sus alrededores, hizo de las personas que lo rodeaban sus protagonistas, creando un nexo dorado e inescapable que se siente en cada una de sus imágenes: lo que él mismo llama poesía visual, ese je ne sais quoi mágico de circunstancias, causalidades y serendipia que se unen para una alquimia irrepetible.
En esta entrevista, nos habla de sus paseos por las calles de Stone Town con un equipo cinematográfico gigante, de sus ambiciones de dirigir un largometraje, de por qué le gusta la fotografía de viajes, documental y de retratos, y su peculiar visión de la belleza. Así que viaja con nosotros a unos miles de kilómetros para adentrarnos en este cálido recorrido por la identidad, la cultura, la masculinidad, la comunidad, y la libertad con Carl Van Der Linde.
“Con esta serie, me propuse explorar lo que significa ser un joven en Zanzíbar. Desde buscavidas y aspirantes a artistas en las calles de Stone Town hasta miembros de la tribu maasai interesados en la moda contemporánea y la cultura hip-hop occidental”.


¡Hola, Carl! Muchas gracias por hablar con nosotros. Para empezar, ¿puedes presentarte a nuestros lectores y contarles cómo acabaste siendo fotógrafo?
Soy un fotógrafo nacido en Sudáfrica y residenciado en Ciudad del Cabo. Cuando me mudé por primera vez a la Ciudad Madre tras mis estudios de economía, me compré una cámara de cine, en la cúspide del renacimiento del cine. Ese mismo año, en 2017, me fui de viaje a Londres con unos amigos y disparé unos cuantos rollos que dieron como resultado muchas escenas callejeras borrosas y subexpuestas y fotos de pubs que tomé borracho, pero supe que me estaba enganchado a la fotografía. Lo que comenzó como un pasatiempo para una salida creativa se ha transformado en una búsqueda de imágenes al borde de la obsesión.
¿Cómo nació el proyecto A day is short in Africa? ¿Cómo describirías Zanzíbar a alguien que nunca ha estado allí?
La serie nació de una armoniosa culminación de acontecimientos aleatorios mientras vivía en Zanzíbar, Tanzania, a finales del 2020. Con esta serie, me propuse explorar lo que significa ser un joven en Zanzíbar. Desde buscavidas y aspirantes a artistas en las calles de Stone Town hasta miembros de la tribu maasai interesados en la moda contemporánea y la cultura hip-hop occidental. El título proviene del ritmo lento con el que los habitantes de Zanzíbar realizan su trabajo, actividades, servicios, etc. Viven en un “tiempo insular” a ritmo de caracol, lo que obliga a dar un paso atrás y a ralentizar su ritmo de vida habitual.
Con una narrativa abierta y la búsqueda de una mezcla entre mostrar historias locales y experimentar con una estética propia, la serie combina mi propia necesidad de dirección conceptual combinada con observaciones de los sujetos en su entorno natural. El resultado es una suave introducción a un día en la vida de un joven de Zanzíbar; sin mensajes forzados ni intentos de mostrar narrativas particulares. Zanzíbar es un archipiélago tropical y ecuatorial situado frente a la costa de Tanzania, en África oriental. El clima es templado, los lugareños llevan sonrisas de oreja a oreja y si te gustan los océanos hermosos y las playas de arena blanca, es el lugar para ti.

Una de las cosas más bonitas de estas fotos en particular es sentir la mezcla de culturas y orígenes en los sujetos que elegiste. ¿Cómo abordaste estas tomas y te ganaste la confianza de tus sujetos?
Pasé la mayor parte de mi tiempo libre en la capital, Stone Town, caminando con mi cámara en un trípode y pasando el rato en las esquinas y en los mercados documentando la cultura de los jóvenes, sumergiéndome en su día a día y explorando esta noción de su fluidez cultural. La serie nació de esta curiosidad por descubrir el ethos zanzibari. Llevo una cámara de cine bastante grande, por lo que los espectadores a veces se sorprenden por el gran y tosco equipo que llevo (que también sirve para romper el hielo). Mi país natal, Sudáfrica, lleva el apodo de “Nación del Arco Iris” en referencia a la diversidad étnica y cultural de la población. Zanzíbar es similar y eso lo hace más cercano.
Creo que “evocador” es a veces una palabra demasiado usada, pero tus imágenes nos transportan realmente al lugar (y por extensión, a las personas) donde fueron tomadas. También retratan un estado de ánimo particular: masculinidad, comunidad, libertad, identidad. ¿Acabas eligiendo imágenes que sean más atractivas visualmente o más viscerales?
Creo que las dos cosas van de la mano; encontrar el equilibrio entre ellas es el arte. Intento crear poesía visual a partir de escenas captadas en la vida cotidiana de la gente. Debido a mi propia juventud, energía y masculinidad, tiendo a buscar eso en mis fotos. Un buen ejemplo es la imagen titulada Head in the clouds, en la que el sujeto lleva una máscara/corona de flores, que muestra un sujeto hipermasculino retratado con un rasgo más suave.


“Yügen es demasiado profundo para las palabras y existe en los detalles sutiles, los momentos perdidos, el misterio y la tranquilidad. Es un sentimiento más que una declaración. La belleza es una conversación entre el sujeto en cuestión y el observador. Encuentro la belleza en la creación de la imagen. Siempre es una maravilla que se haga una buena fotografía”.
¿Cuál es tu foto favorita de esta serie hasta ahora y por qué?
La imagen titulada Boy and his dog destaca para mí por encima del resto. La imagen representa la inocencia de la adolescencia y nuestra inequívoca relación con los animales. Le pedí al chico una foto, no le pareció mucho, y a su perro aún menos. Llamé al perro varias veces para que mirara a la cámara y finalmente silbé (lo que fue el catalizador del momento decisivo). Además, hace poco saqué una serie limitada de láminas que incluye esa imagen y verla ampliada y enmarcada es de ensueño.
Muchas de estas imágenes parecen muy naturales. ¿Cuándo sabes que es el momento adecuado para hacer la foto?
Como dirijo a muchos de los sujetos, es decir, me acerco a ellos en una escena callejera pero les indico que posen o se detengan como yo lo requiera, intento tomar la imagen un poco antes de la cuenta atrás. Tres, snap, dos, uno. Esto los pilla desprevenidos. Con esto, intento encontrar la armonía en el equilibrio entre “el momento decisivo” y los momentos intermedios, siendo fiel al sujeto en su entorno.

¿Has pensado alguna vez en ampliar tu visión como fotógrafo, tal vez sumergiéndote en la dirección? Tienes un punto de vista muy cinematográfico.
Sí. Uno de mis sueños de infancia es escribir y dirigir un largometraje. Tengo una historia en mente y, entre mi trabajo, mis intereses y mis viajes, voy llegando poco a poco…
¿Qué hace que una fotografía sea perfecta?
Me interesa sobre todo la fotografía de viajes, documental y de retratos. Respeto cualquier foto que pueda transportarme a un entorno o a un momento en un lugar lejano con un sujeto convincente. Y también si aprendo algo nuevo, siento algo verdadero o me voy un poco triste. La perfección llega cuando todo lo anterior se acumula en una melodía visual emotiva.
¿Qué es para ti la belleza?
En la estética japonesa hay un término llamado Yügen. Sin tener una definición formal, es más una experiencia que una práctica cuantificable. Yügen es demasiado profundo para las palabras y existe en los detalles sutiles, los momentos perdidos, el misterio y la tranquilidad. Es un sentimiento más que una declaración. La belleza es una conversación entre el sujeto en cuestión y el observador. Encuentro la belleza en la creación de la imagen. Siempre es una maravilla que se haga una buena fotografía. Tienen que intervenir tantos factores en la creación de la misma. Si el resultado no es bello para otra persona que vea mis imágenes, al menos la belleza del proceso se queda conmigo.

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