“Cocaina pura” para prevenir sobredosis con mejores drogas es el plan de Canadá

Desde hace años, Canadá enfrenta una crisis de sobredosis cada vez más grave, especialmente en ciudades como Vancouver, donde cientos de personas mueren mensualmente por consumir drogas adulteradas y altamente peligrosas. En respuesta a esta emergencia, la organización Frente de Liberación de Usuarios de Drogas (Dulf, por sus siglas en inglés) ha lanzado un programa pionero que distribuye drogas puras y analizadas en laboratorios, buscando ofrecer a las personas un acceso seguro y regulado a las sustancias que consumen para reducir las muertes y los daños asociados al mercado ilegal.
El programa Dulf funciona en el barrio Downtown Eastside, una zona marcada por la pobreza, la drogadicción y la falta de apoyo estatal. Allí entregan cocaína, metanfetaminas y heroína analizadas en laboratorio y empaquetadas con información clara sobre su pureza. Así, buscan proteger a quienes consumen drogas de la impureza y el riesgo mortal del mercado ilegal, que mezcla sustancias peligrosas como el fentanilo y otros opioides sintéticos. Los días que abren, normalmente unas 20 personas los visitan, a veces más de una vez al día. “¿Quién no querría cocaína 100% pura?”, dice uno de los beneficiarios. “Es como que te regalen un taco. Un taco gratis y delicioso”.
Eris Nyx, cofundadora de Dulf, explica que el problema central es el régimen de prohibición, que genera el consumo de drogas inestables y peligrosas. “El núcleo de todo esto es el régimen de prohibición de drogas, eso es lo que causa los picos de muerte”, dice. La iniciativa tiene un programa piloto con 40 usuarios, y hasta ahora ninguno de los 20 inscritos en el club de compasión ha sufrido sobredosis, a diferencia del grupo control que sigue comprando en la calle.

A pesar de la efectividad del programa, Nyx y su socio Jeremy Kalicum enfrentan cargos legales por distribución de drogas, y su operativo fue objeto de una redada policial, confiscando sus equipos y prohibiéndoles regresar al barrio. De hecho, Vancouver vive desde hace tiempo un fuerte debate político sobre la despenalización y la regulación de las drogas, con resistencias conservadoras y acusaciones mediáticas, aunque varias autoridades médicas y la alcaldía apoyan medidas que prioricen la salud pública.
El trabajo de Dulf muestra cómo la crisis de drogas está íntimamente ligada a la desigualdad, la falta de vivienda y el abandono social en grandes ciudades. Activistas como Vince Tao ponen el foco en que “la gente cuya vida está arrasada por el capitalismo termina recurriendo a las drogas” y que la crisis es en realidad una “crisis de manejo del dolor desigual” en una sociedad que margina a sus sectores más vulnerables.
El modelo de Dulf busca demostrar que la seguridad y la salud pueden ganarse con la regulación y el acceso a drogas controladas, buscando un futuro donde sustancias como la heroína o el fentanilo se vendan legalmente y con calidad garantizada, como el alcohol hoy en día. Sin embargo, la lucha contra la prohibición y la estigmatización sigue enfrentando obstáculos políticos y sociales, mientras las muertes por sobredosis continúan en aumento.
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