Así es como el ajedrez se convirtió en un aliado contra el alzhéimer y “la base para retrasar la enfermedad”

El ajedrez está ganando protagonismo como una actividad que ayuda a retrasar el avance de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer y el párkinson. Esta idea se basa en un estudio realizado en 2003 por el doctor Joe Verghese, neurólogo y geriatra del Albert Einstein College of Medicine en Nueva York, que analizó a más de 450 personas mayores de 75 años. Divididos en dos grupos, unos realizaron actividades mentales como juegos de mesa —entre ellos el ajedrez— y otros actividades físicas. Tras cinco años, se comprobó que quienes jugaban a juegos de mesa al menos una vez por semana tenían un 74% menos de riesgo de desarrollar demencia.
Este hallazgo impulsó la creación de iniciativas en varios países, incluida España, donde ciudades como Málaga, Burgos, Mérida y San Sebastián han unido fuerzas entre asociaciones de alzhéimer y párkinson con clubes de ajedrez. Alberto Toval, fundador de la escuela Chesscul en Málaga, señala a El Mundo que aunque no hay evidencia científica directa que vincule el ajedrez con una patología específica, sí se ha demostrado que mejora la memoria y la concentración. “Vemos cómo los usuarios que juegan al ajedrez mejoran en actividades diarias, por ejemplo recuerdan con más soltura los pasos para hacer un café”, explica.

Alberto, además de ajedrecista competitivo, es fisioterapeuta y cuenta que su experiencia en centros de mayores le mostró que las actividades estaban muy centradas en lo físico y poco en lo cognitivo. Inspirado por un amigo que organizaba partidas en la calle Larios de Málaga, creó Chesscul para ofrecer talleres semanales en asociaciones de párkinson, alzhéimer y esclerosis múltiple. En abril pasado, organizaron un torneo con más de veinte participantes, que tuvo gran acogida por fomentar también la socialización y combatir la soledad.
Un caso emblemático que ilustra el poder del ajedrez frente al alzhéimer es el de Vilho Lifländer, un finlandés de 94 años que, a pesar de su enfermedad, seguía jugando con habilidad. Este fenómeno también se ha documentado en otros países, como el Reino Unido, donde jugadores con alzhéimer avanzado continuaban moviendo piezas. Sin embargo, no existen estudios específicos que midan el impacto exclusivo del ajedrez en estas enfermedades, ya que suele combinarse con otras actividades cognitivas como rompecabezas o cartas.
Álvaro Fernández, gerente de la asociación Parkinson Burgos, comenta que aunque es difícil cuantificar el efecto del ajedrez, las actividades cognitivas son clave para frenar el avance de estas patologías. En Burgos, tras probar con el tenis de mesa, apostaron por el ajedrez y ya cuentan con cerca de 50 pacientes interesados. Además de aprender a mover las piezas, utilizan el tablero para ejercicios de memoria, como recordar la posición de las piezas retiradas, lo que representa una estimulación cognitiva valiosa. Así, el ajedrez se ha convertido en una “medicina” lúdica y accesible para mejorar la calidad de vida de personas con enfermedades neurodegenerativas. Más allá de ser un simple juego, se convierte en una herramienta para fortalecer la mente, fomentar la socialización y retrasar el deterioro cognitivo.
Despues de leer, ¿qué te pareció?